lunes, 15 de marzo de 2010

Escussi



Pido cien, mil, infinitas disculpas a aquellos que acostumbran a seguir este blog (que, aventuro, deben ser poco más de dos). Si he de excusarme, lo haré tras los tristes sucesos que, en estas últimas semanas, han tenido a mal abordarme: por orden cronológico, la inesperada intervención quirúrgica del Duque de Rascal en la Clínica Universidad de Navarra (en la que sigue ingresado, pero ya fuera de peligro y atendido como un jeque del oro negro), el absurdo fallecimiento de Jaumet (lo mató una palmera caída un amanecer sin viento, justo cuando pasaba en su motocicleta por la carretera) y el ansiado retorno de Leighton Chulesco (al que, sin duda alguna, dedicaré la próxima entrada por su estridente repercusión). Tal concatenación de desgracias no me ha permitido daros puntual cuenta de mis asuntos. Entre el estrépito del cáncer de George, las condolencias de buena parte de los ciudadanos de Mahón y el embarazo (sí, éste auténtico) de mi administradora - embaucadora, he cobrado la angustiosa sensación de pretender cruzar un río revuelto saltando de una roca puntiagudamente inexpugnable a otra musgosa y resbaladiza, sabedor de que, tarde o temprano, me iba a caer y que, cuando lo hiciera, la escorrentía me arrastraría lejos de la ribera. En estos días, en los que he de confesar que me ha costado fingir interés por asuntos que, por suerte, no me atañen, Sargantana me ha ofrecido un apoyo inestimable. Y aunque sé que la muerte de su padre, como es de suponer, le ha afectado lo suficiente como para perder casi un tercio de una semana sumergida en la autocompasión, no ha tardado en dedicarme su tiempo y servicios, aunque de momento siga negándome aquellos que se me antojan deliciosos. De hecho, me consta que anhela convertirse en alguien que, como Leighton, se me haga imprescindible en vigilia y sueño. En otras circunstancias, hubiera deseado que la irrupción de la señorita Chulesco originara un conflicto de intereses entre ambas mujeres, pero el imponderable (o sea, la insólita gestación de mi administradora) a poco me provoca un infarto. Así que Sargantana, aconsejada por su abuelo, me ha embarcado en un vuelo a Valencia y, en un abrir y cerrar de ojos, me he visto hospedado en un hostal de mala muerte de Benillum, con un vaso de vino barato en la mesa y un plato de gazpacho, mejunje infame, que me he negado a comer. Espero que esta noche, por fin, pueda aprender algo nuevo de Sargantana. En lo referente al sexo, aclaro, porque en lo referente a los gustos y al buen vivir, me temo, tengo mucho que enseñarle.

PD.- La foto de Jessica Alba del anterior post, por supuesto, es otro montaje. A Sargantana le pareció divertido jugar con la posibilidad de que la mía, la Jessica Alba 2.0, haya engordado. A mí, es evidente, no me hizo ninguna gracia. Por eso esta vez elegiré yo mismo la imagen.