jueves, 28 de enero de 2010

Inquietudes


Leighton ya se ha marchado. Para llegar a Bután, vuela desde Barcelona, con escalas en Amsterdam y Nueva Delhi. Ignoro que se le habrá perdido en un lugar tan remoto, perdido en mitad de Asia. Según me dijo, es un reino aislado del resto del mundo (dada su situación geográfica, es lógico), que mide su riqueza mediante la F.I.B. (Felicidad Interior Bruta). Original parece, cuanto menos. Pero no lo suficiente para que me vea obligado a buscarlo en un mapa.

Jaumet se mostró encantado con la sola fabulación de poder visitar algún día aquel país. Lo cierto es que, para alguien que disfruta ayudando a los pobres desgraciados que malviven en Marruecos o Camerún, Bután debe ser un sueño. O algo similar.

En cuanto a mi tío-abuelo George, su actitud conmigo sigue igual. Continúa ignorándome, aunque sé por Jaumet que ha hecho venir desde Pamplona a su urólogo de confianza. Éste le ha realizado las pruebas de rutina en un hospital de la isla y el diagnóstico, al parecer, es el mismo. El consejo del médico, dada la edad del Duque, no puede ser otro: que mantenga una conducta expectante. Y que, por supuesto, no pruebe el alcohol. Él, nada más despedirse del matasanos, se ha soplado la botella de Macallan 1926 que Leighton le regaló antes de despedirse. Mientras bebía, plantado a mi lado, Roc no dejaba de observarlo. Debe ser terrible ver como la persona que odias se resiste a morir.

¿Y quién está transcribiendo mis palabras, podrá haberse preguntado el lector? No es difícil deducir que me he visto obligado a pagar por tal servicio. Y que Sargantana, asidua de foros y chats de pésima ralea, ha aceptado. Antes de empezar, se ha leído cada una de las anteriores entradas. Lo cierto es que no me ha hecho ningún comentario. No se ha atrevido a considerar lo extravagante que le resulta mi propósito de buscar al clon de Jessica Alba ni lo escandaloso que puede parecerle todo lo que, hasta ahora, he contado. Solo me ha pedido que, por cada vez que escriba para mí, su caché aumentará en quinientos euros. Trabajo cualificado, creo que lo llama. Por mi parte, le he exigido que un notario redacte un contrato de confidencialidad. Referido a mi verdadera identidad, se entiende.

Hablando de identidades: a Sargantana tampoco le ha gustado el nombre que tengo pensado para sustituir al de Andrew. Es la única imposición (aparte de la económica, claro) que se ha dignado a plantearme. Al parecer, George acabará saliéndose con la suya, y no tendré más remedio que renunciar a cambiar de pseudónimo. Lo cierto es que, por fin, me he dado por vencido.

El alcalde de Mahón, un tal Artur, nos ha hecho llegar una invitación a un evento importante. Se supone, por las características del mismo, que se debe a nuestra condición de visitantes ilustres, pues nada tenemos que ver con los intereses turísticos de la isla. Sargantana parece haberse contrariado cuando hemos decidido rehusarla. No tenemos ninguna razón en especial, solo que ni a George ni a mí nos agradan los actos sociales. Siempre me ha resultado curioso observar a los que se toman por pudientes, a los nuevos ricos que, bajo la etiqueta de artistas, políticos, arquitectos o médicos, gustan de exhibirse en público, disfrutando de una gloria que, por tribal y primaria, jamás he sabido envidiar. Esa gente ha conseguido ser famosa, y parecen desvivirse para continuar siéndolo. A los Loverboobs, se entiende, nunca nos ha atraído flirtear con la notoriedad. Sobre todo porque nuestras riquezas, o al menos las acumuladas originariamente, germinaron precisamente merced a nuestro afán de pasar desapercibidos. El título nobiliario, los honores y las prebendas, fueron viniendo después, como parte intrínseca del decorado. Y la discreción, que fue pauta de comportamiento, degeneró en costumbre y, por fin, acabó formando parte del A.D.N. de mi familia.

En fin, que sigo aburriéndome en Menorca. Y añoro demasiado a Leighton.

PD.- A Sargantana le ha llamado la atención que todas mis entradas estén encabezadas con una fotografía de Jessica Alba. De la verdadera, por supuesto. A George, luego a Leighton y en este momento a ella misma, les he pedido que busquen con Google una cualquiera, sin más. Aclaro que es un simple recurso para no olvidar cuál es el propósito de este blog. Solo eso. El día que olvide añadirla, también olvidaré para qué sigo haciendo esto. Y abandonaré, por supuesto. En ese momento pediré que me sirvan un Petrus del ochenta y nueve. Dicen que las condiciones metereológicas de la vendimia de ese año en el chateau de Burdeos fueron inmejorables. Casualmente, Sargantana nació ese mismo año, al final de su cálido verano. Si no fuera por lo del embarazo, bien pudiera proponerle una cata.


martes, 26 de enero de 2010

Mahonesa

Acabo de enterarme. Me lo ha dicho Leighton Chulesco, que al parecer se ha informado en algún diario digital: El Bulli, el mejor restaurante del mundo, cierra. O va a cerrar durante dos años, me aclara. Como sigue escribiendo para mí (mi tío - abuelo George lleva varios días sin dirigirme la palabra, circunstancia para la que no me molesto en buscar respuesta), mi administradora aprovecha para señalar que no tengo que encontrar motivos por los que preocuparme, al menos en cuanto a las reservas que hizo para este verano y el próximo, puesto que el cierre no llegara hasta 2012. Al parecer, Ferrán Adrià va a tomarse un par de años cuasisabáticos, periodo que piensa dedicar a la investigación y a descubrir, en todo lo posible, un ritmo diferente de desarrollar la cocina. Me parece (y a Leighton también) una decisión de lo más acertada. Según ella, cualquier trabajo impulsado por la pasión, pero contaminado por la rutina, puede acabar siendo odioso. No puedo estar más de acuerdo. Sobre todo, porque no tengo otra opción (ya he mencionado en más de una ocasión que no he trabajado en toda mi vida). Luego es lógico que dé la razón a la experta.

Volviendo al tema de George, desde que estamos en Mahón, le ha dado por ignorarme. Debe haberle enojado lo de Mishja. O será cosa de su próstata, que aún andará renqueante. No sé si lo conté, pero no nos alojamos en un hotel, como solemos tener por costumbre; residimos en Duncan Tower, una antigua propiedad de los Loverboobs que fue construida en una bonita zona del puerto por la Royal Navy durante la ocupación británica de Menorca. En ella, desde hace dos generaciones, habita una familia a nuestro servicio, los Cuallarga, compuesta actualmente por Roc Cuallarga, el abuelo, Jaumet Simón, su yerno, y Sargantana Simón Cuallarga, la nieta por parte de la única hija del viejo Roc, Dragona. El iaio Roc, un anciano flaco y malhablado que pasa estas mañanas de invierno pintando acuarelas en el puerto, insiste en señalarme que la última vez que me vio yo no tendría más de cinco años. Por mucho que lo diga, no me canso de repetirle, no voy a recordarlo. El tipo va a su aire, no parece dedicarse a nada más de provecho que a pintar horrosamente y, eso sí, mira de una manera extraña al tío - abuelo. Yo diría que como si le debiera algo. Leighton, más observadora, opina que lo odia. Conociendo a George, seguro que el pobre viejo tendrá algún motivo para hacerlo.

Jaumet, el que se encarga de sustentar el hogar y procurar nuestra comodidad, es un alma cándida. Un hombre estúpido, me da toda la impresión. No tuerce nunca el gesto, prepara suculentas comidas, solventa todo tipo de problemas domésticos y, casi todos los veranos, participa en viajes solidarios a remotos países africanos. Ya hace mucho que Dragona se largó, dejándole compuesto y con suegro. Leighton se ha enterado, a saber cómo, de que su mujer lo dejó por un profesor de Oxford que daba clases de escritura creativa en la isla. Según dicen, viven juntos en Binibeca, un bonito pueblo de pescadores que queda al sur de Mahón. Y solo Sargantana, cuando le viene en gana, se acerca a visitarles.

Sargantana. El pecado en estado puro. La jovencita, de labios reventones, es rubia como una oriunda de Tennesee y con más curvas que Lombrad Street. No tiene más que dieciocho años, no para un momento en la torre y cuando lo hace, insolente, nos mira como si estuviéramos de prestado. Lo estamos, no le falta razón. Pero también somos, mi tío - abuelo y yo, los amos del lugar donde vive. Los que hemos pagado su ortodoncia, los que atendemos las facturas y costeamos sus estudios (hasta donde quiso realizarlos, naturalmente). Roc asegura que ha decidido abandonarlos. Es un caso perdido, según el viejo.

En fin; que la vida en Mahón, acabando enero, me resulta de lo más tediosa. Llueve y hace frío, me da pereza pensar en el asunto de Jessica Alba 2.0 y los paseos por el precioso puerto, repleto de restaurantes y tiendas, son parecidos a los que hemos hecho en otros muchos lugares del mundo. Jaumet Simón me ha sugerido hacer una excursión en familia a Ciutadella. Sargantana, que debería asistir urgentemente a unas clases de buenas maneras, ha aprovechado mi indecisión ante la insólita propuesta de mi empleado para informarnos de que está embarazada. Y, encima, mientras transcribe mis palabras, Leighton Chulesco me acaba de comunicar que se toma quince días de vacaciones para turistear en Bután, un lugar que, con un nombre tan exótico, debe estar muy lejos de España.
No sé como superaré todo esto. Menos mal que el iaio Roc, más locuaz desde que evidencié mi buen gusto para la bebida, me ha descubierto la ginebra menorquina. No es la Citadelle de Dunkerque, pero ayuda a hacer más soportables las jornadas.

PD.- Podría dedicar la quincena de vacaciones de Leighton para elaborar un plan de búsqueda de Jessica Alba 2.0. De hecho, me lo ha sugerido ella. Sinceramente, yo espero que vuelva cuanto antes y que se ocupe personalmente del tema.




jueves, 21 de enero de 2010

Divertimenti


Lo del señor Miskhin y mi tío - abuelo George no tiene arreglo. Cuando no están borrachos, tienen jaqueca. Por poco, casi nos precipitan a todos hacia la catástrofe.

Creo (y en ello coincide Leighton, transcriptora de estas líneas) que debería ser algo más conciso. Veamos: el dueño del hotel de Cascais, antiguo palacio de los Marqueses de Gogolé, es un maravilloso belenista italiano. Bien conocido por la mayoría de los portugueses es que, en el jardín botánico de su hermosa propiedad, mirando al Atlántico desde el acantilado, acondiciona cada mes de diciembre un espectacular belén de tamaño natural utilizando figuras de madera policromada que, me agota solo imaginarlo, ha tallado minuciosamente con sus propias manos. Cada año, desde hace más de treinta, el italiano con alma de artista añade una nueva pieza al retablo. Como Mishja, ex-comunista y converso al catolicismo, y George, tan nihilista como yo, son dos insconcientes (además de dos beodos irrefrenables, insisto), se les metió entre ceja y ceja que el Niño Jesús tallado en madera de nogal tiritaba de frío y, para remediarlo, prendieron una fogata en medio del belén, que a estas alturas de mes, y por no ser menos que el expuesto en la Plaza de San Pedro de Roma, aún continuaba instalado. El desastre, puede deducirse, ha sido mayúsculo: el fuego se extendió, consumió más de dos docenas de figuras (incluídas los camellos de los Reyes Magos), lamió las ramas más altas de los árboles del jardín y, si no es por los bomberos, hubiera alcanzado al mísmisimo hotel. Leighton Chulesco se ha ocupado de compensar económicamente (en torno a los cuatro millones de euros, me ha asegurado) al compúngido escultor-hostelero, ha convencido a las autoridades (solo ella sabe como lo ha logrado) de que el incendio ha sido accidental y, en cuanto se ha adjudicado su mordida por los servicios prestados, ha metido en un avión rumbo a Miami al señor Miskhin para, después, comprar unos billetes que nos llevaran a Mahón, con escala en Madrid, despejándonos de una ecuación tan desagradable. George, desde su ataque de risa frente a la jeta del pobre propietario del hotel, ha vuelto a recaer en sus problemas de incontinencia urinaria. Por su parte, la última vez que vimos a Mishja, en la terminal del aeropuerto de Lisboa, no paraba de hablar. Lo hacía en ruso, así que nadie (salvo Leighton, creo) sabía lo que decía.

PD.- Mi administradora y transcriptora ha intentado sonsacarme más cosas acerca de Jessica Alba 2.0. Quiere saber si, en todos los años transcurridos desde que la conocí, he intentado encontrarla. No se ha sorprendido cuando le he dicho que no. Sabe que cuando algo me gusta, hago tanto para obtenerlo como cuando me disgusta. A veces, incluso ni me planteo que deba hacer halgo. Solo sigo a lo mío, que es menos cansado y evita el alumbramiento de eso que llaman preocupaciones.

martes, 19 de enero de 2010

Acerca de la señorita Chulesco


Esta mañana, gris y lluviosa, mi tío - abuelo George Loverboobs, XI Duque de Rascal, no está en disposición de ayudarme con el blog. De hecho, está prácticamente indisponible desde que el señor Miskhin, llegado desde su residencia de Miami, cruzó el umbral de la puerta de nuestro hotel. Parece mentira que uno y otro, casi nonagenarios, consuman tales cantidades de whisky. Han acabado con las reservas de Talisker del bar y, después de flirtear con otros cuantos escoceses más, les ha dado por un licor de malta japonés al que creo que llaman Yoichi. En las contadísimas ocasiones en que me dirigen la palabra, me cuentan excéntricas historias de pasadas jaranas que, acostumbro a advertirles, no me interesan en absoluto. Me he enterado, no he podido evitarlo, de que Mishja, ex-oficial del Ejército Rojo, estuvo en la guerra de Afganistán. Me consta, además que en su juventud conoció a un negro llamado Paul Robeson, un filosoviético estadounidense que le contagió la pasión por el deporte y el fútbol americano, con lo que no es de extrañar que, durante un tiempo, a Mishja se le metiera entre ceja y ceja implantar en la U.R.S.S. el soviet football, obsesión que no pudo más que levantar las sospechas de la K.G.B., que lo tuvo en su punto de mira hasta poco antes de la caída del Muro de Berlín. Y sé, además, que, con el fin del comunismo, Mishja emigró a U.S.A., donde se dedica a viajar con su equipo de football favorito (los Miami Dolphins, creo) y a escribir guías de autoayuda para amas de casa ignoradas por sus maridos. En cuanto a la naturaleza de la relación que mi tío - abuelo mantiene con el viejo Mishja, ciertamente, la desconozco. George nunca ha hablado de ello. No creo que, antaño, el Duque tuviera nada que ver con el Ejército Soviético o el deporte y, que yo sepa, no es homosexual. Si lo fuera, ni mi tío - abuelo ni su supuesta pareja se atienen a ninguno de los tópicos que todo el mundo da por sentado en tales casos; si es cierto que Mishja escribe exitosamente para marujas norteamericanas con fiebre uterina, pero siempre le he creído cuando me ha asegurado que, para un escritor, este tipo de literatura es un valor seguro y que, por lo demás, le supone una estupenda manera de sufragar los gastos que le originan las prostitutas cubanas. Parecen, en mi humilde opinión, dos viejos camaradas que gustan del alcohol, de la buena vida y de recordar un pasado que no me incumbe.
En resúmen: esta entrada no la está manufacturando George, como ha ocurrido hasta ahora. Me está ayudando (en castellano, así lo ha decidido ella) Leighton. O la señorita Chulesco, como le gusta que le llamen. Leighton, ya lo dije en otra ocasión, es la administradora de la familia Loverboobs. Siempre, o al menos desde el olvidado instante en que los Loverboobs precisamos de un gestor, ha habido un Chulesco en la familia. Se ocupan de todo: sucesiones, personal de servicio, títulos nobiliarios, contratos de arrendamientos, impuestos y, por supuesto, de diseñar los planes de alojamiento anuales. Porque los Loverboobs, desde siempre, no vivimos todo el año en el mismo lugar. Pese a contar con dos docenas de palacetes, villas y caserios repartidos a lo largo y ancho de la geografía ibérica y gabacha, a George y a mí nos encanta alojarnos en hoteles. Con excelente criterio, Leighton siempre encuentra un lugar lo bastante sugerente como para que nos invite a quedarnos durante un tiempo. Ese nomadismo caprichoso, evidentemente, obliga a nuestra hermosa empleada a acompañarnos adonde quiera que viajemos. Igual que ocurrió con su padre, con su abuelo (vaya pájaro, su abuelo) y su bisabuelo. Y también, si los Loverboobs perviven y ella concibe un nuevo administrador, así seguirá en el futuro.

Como ya sentencié, Leighton es muy guapa. Y muy contestaria (de hecho, al enterarse de que mi tío -abuelo me negó el derecho de cambiar mi pseudónimo, no ha dudado en darle la razón). Tiene treinta y un años, es morena y esbelta y ofrece una mirada morbosa pero agresivamente inteligente. Por su minucioso e inabarcable trabajo, percibe una suculenta comisión de cada uno de los ingresos que obtiene nuestra familia y, pese a que los Loverboobs no somos estúpidos y podemos dar fe de cuán voluble llega a resultar la honradez de los que nos sirven, hemos condonado puntualmente cualquier desliz que haya cometido un Chulesco, sobre todo si su condición atañe al patrimonio familiar. Caso aparte es la pasional. Ettore Chulesco, abuelo de Leighton, preñó a mi tía - abuela Agnès, que era la hermana mayor de George y una muchacha de naturaleza inequívocamente casquivana. Cuando supo del asunto mi bisabuelo Duncan, que era tan clasista que debía dolerle, decretó que, en adelante, si los Chulesco pretendían continuar administrando la fortuna de los Loverboobs, cualquier varón de su noble familia tendría derecho de pernada sobre toda hembra (mayor de edad, se entiende) que llevara el apellido de la estirpe de gestores. Es por eso que Leighton, cuando así se lo requiero, tiene que acostarse conmigo. Y, supongo (jamás me he interesado por ello y, por razones obvias, nunca lo haré), también debe habérselo exigido mi tío - abuelo. Aunque, ya lo comenté, el XI Duque anda últimamente enfrascado con el sexo virtual. Por la novedad y el poco esfuerzo que requiere, supongo.

PD.- Leighton, que habla inglés, francés, alemán y no sé cuántos idiomas más, me ha asegurado que Loverboobs no se traduce al castellano como Amante de los Libros. La traducción más aproximada sería, según ella, Amante de las Tetas. Este tío - abuelo mío, permítaseme la vulgaridad, es un verdadero cabrito. Pese a mi enojo, y para dar pábulo al concepto que George se ha formado de mí, le he comunicado a Leighton (que tiene unas boobs magníficas, por cierto) que se desvista ipso facto a fin de ejercer el derecho que me asiste; no ha puesto buena cara, como otras veces. El hecho de que haya averiguado la importancia que Jessica Alba 2.0 ha cobrado en mi imaginario erótico-vital le debe haber bajado la líbido, presumo.

viernes, 15 de enero de 2010

Indignado


Así me siento. Absoluta, rotunda e irremediablemente indignado. ¿Por qué motivo? Digamos que no hay una causa, sino un causante: mi referido tío - abuelo, George Loverboobs. Y es que tan ilustre y venerable anciano, Jefe de la Casa de Loverboobs, una de las familias de mayor abolengo (y acaudaladas) que puedan conocerse, XI Duque de Rascal y, a la sazón, transcriptor de estas palabras, le ha dado, durante todo este viernes, por llevarme la contraria.

En primer lugar, nuestra primera disputa vino originada por el pseudónimo que me sugirió a efectos del presente blog: Andrew Loverboobs. Al principio, es cierto, no presenté objeción alguna; mis verdaderos nombres (tanto el primero como los otros cinco con que me bautizaron) son atroces, así que llamarme Andrew, a secas, como el Duque de York, me pareció el menor de los males que pudieran devenirme.
Sin embargo, sopesando lo que una camarera del servicio del hotel me contó del citado príncipe consorte, he cambiado de parecer. A partir de este momento, me agradaría hacerme llamar ... Loverboobs. Me parece, digamos más arrojado, más intrépido, vigoroso si cabe. Pero como habrá comprobado el lector, mi tío - abuelo se niega siquiera a reproducir tal nombre. Me argumenta que es un nombre llano, decididamente popular, propio del vulgo. No puedo estar en mayor desacuerdo, pero él insiste en que comencé esta empresa como Andrew Loverboobs y así he de terminarla. Es frustrante, pero no tengo más remedio que obedecerle; de hecho, me ha amenazado con abandonar su tarea de amanuense. Y como podrá deducirse, este blog no perviviría si su sostenimiento dependiera de un mínimo esfuerzo físico por mi parte.

El segundo elemento de disensión concierne al objeto de mis sueños: a Jessica Alba (o, más concretamente, a Jessica Alba 2.0). Según mi tío - abuelo, que se ha documentado para la ocasión, la bellísima actriz nació el 28 de abril de 1981. Es obvio, por tanto, que la joven que me ganó el corazón bajo la columnata de la Universidad de Atenas en julio de 1995 (concretamente, el jueves día 13) no puede ser la auténtica Jessica Alba, puesto que ésta, una bellísima mujer que, actualmente, sacude la pantalla de cualquier cine con un leve pestañeo, tendría entonces catorce núbiles añitos. Y la señorita de la que me prendé (a la que robé un par de instantáneas que, dicho sea de paso, guardo a buen recaudo) fluctúaba en ese paréntesis indeterminado que abarca entre los veinticinco y los treinta años. Hasta ahí estamos de acuerdo: de hecho, es el principal axioma (hago constar que ésta palabra me la ha sugerido George, que aprovecha para declararse ferviente valedor del Principio de la navaja de Ockham) por el que descarto que la chica de Atenas fuera la verdadera Jessica Alba; lógicamente, la persona que es idéntica a ella (insisto, Jessica Alba 2.0), en este instante, de seguir viva, debe tener entre once y dieciseís años más que la original (que va camino de los veintinueve). Mi edad, más o menos. En tales conjeturas George y yo nos avenimos. No obstante, él se empeña en afirmar que a la Jessica Alba auténtica, a la de Los Cuatro Fantásticos, Sin City y El lenguaje de los sueños, deberíamos denominarla Jessica Alba 2.0. Y esto, según él, es porque la mía, la teóricamente griega, nació antes. Es mayor. Estaba primera. Yo creo que lo hace por fastidiarme, porque, aún siendo la primera mujer nacida en el planeta Tierra con las mismas facciones que la que luego sería conocida en el mundo entero por su belleza y simpatía, tendrá, por supuesto un nombre propio. Distinto, espero. Se llamará Eleni. O Eleftheria. O Sophie. O Facunda. Aún lo ignoro. Ayer, jueves en la noche, en el hotel de Cascais donde nos hospedamos , mi tío - abuelo George volvió a ventilar dicha teoría. Y todo porque quiere que le enseñe las fotos. Por mi parte, bien lo sabe, no voy a ceder. No me da la gana. Lo haré, si así lo estimo, cuando yo quiera. Por mucho XI Duque de Rascal que sea.

PD.- Esta mañana, Leighton Chulesco, la administradora de la familia (nieta del recordado abogado de mi bisabuelo el X Duque, Duncan T. Loverboobs y, además, ocasional desahogo de mi bajos instintos) ha recogido en el aeropuerto a Mishja Miskhin, antiguo coronel del Ejército Soviético y viejo amigo de la familia. A George se le ha ocurrido pedirle que nos ayude en nuestras pesquisas. Estoy deseando que ambos estén en mejor disposición (George y su amigo se han conjurado para regalarse una soberana juerga con motivo de su reencuentro) y animarles a que esbocen la línea de búsqueda que debería seguir (a mí, como podrá deducir el lector, tal tarea me resulta francamente inabarcable).

He reconsiderado modificar el idioma en que se escribirán mis publicaciones.

Escribo la presente entrada en castellano, obviamente. Y es que, después de ver cómo ha quedado la anterior en la lengua original de Bert & Ernie (Epi y Blas en España), estoy bastante decepcionado. Lo cierto es que, según me han asegurado, no pasó la prueba del traductor de Google. Hay pasajes en los que cualquier parecido con lo que quería decir y lo que realmente pienso equivale a comparar el contenido de un inodoro con una copa del sublime Le voyage de Delamain, mi cognac preferido. Así que, como lo del inglés era un simple ocurrencia, continuaré publicando en el blog en el único idioma en la que puedo resultar medianamente inteligible. Aún así, no debe tomarse tal decisión por definitiva: si un día me apetece, volveré a publicar en inglés. O en catalán. O incluso en tagalo. Pero, si lo hago, no volveré a utilizar un traductor on line. Palabra de Loverboobs.

Como intenté desvelar ayer, soy un nihilista cuarentón. Además de solterón, alopécico y algo entrado en carnes. En cuanto a mi posicionamiento ideológico, me gustaría aclarar que no soy un estudioso de las corrientes o las teorías nihilistas. Lo cierto, si lo pienso, es que no soy una autoridad en nada; nunca, jamás, he sentido la inevitable necesidad de leer un libro, de saber cómo funciona un ordenador o de averiguar como se hace una tortilla a la francesa. Pero, en una ocasión, mi tío - abuelo me dijo que el nihilismo defiende la idea de que la vida, la existencia, el devenir y no sé cuantas cosas más carecen, una por una o todas a un tiempo, de sentido alguno. Estar aquí, respirando, hablando, rascándome el ombligo o pensando en lo que voy a pedir para almorzar en el restaurante de mi hotel carece de toda trascendencia. Estoy, que ya es bastante. Como lo que, en un momento determinado, se me antoja. Y si me apetece dormir, pues duermo. Considero, a la vista de lo que la vida me ofrece, que no hay una finalidad, ni personal ni universal en todo lo que hago. No creo que exista una divinidad, ni un destino, ni que el azar venga ocupándose de marcar las cartas con las que dicen que juego. Y eso, pese a que mis antepasados, en el escudo heráldico que me legaron, encomendaron a Dios a todo aquel que portara mi apellido. El lector, dicho esto, podrá sentenciar: este tío es un reaccionario. Un ateo. Una insípida variante de ácrata. No creo, sopeso, que pueda calificárseme con tales adjetivos; sería una manera de sobrevalorarme, desde luego. Solo soy, aclaro, un vago. Un haragán. Un tipo que jamás se ha hecho el desayuno y que no se toma la molestia de pensar en la ropa que se va a poner. Alquien que ignora lo que es madrugar o pelar la fruta que se va a zampar. Un ignorante de rancio abolengo que únicamente alcanza a memorizar el nombre de las bebidas espirituosas que más le agradan y que no tiene escrúpulos a la hora de dedicarse a la reprobable misión de dilapidar la inconmesurable fortuna familiar que sus antepasados, naturalmente de manera poco virtuosa, se preocuparon en amasar. Puede colegirse, por tanto, que para un servidor, Andrew Loverboobs, supone un esfuerzo inaúdito definirse como nihilista. De hecho, hasta me está hartando hacerlo. Como también me agota, tal y como pretendía explicar en el terrible inglés de la primera entrada, la inefable tarea de tratar de hallar a una mujer idéntica a la actriz Jessica Alba (en adelante, Jessica Alba 2.0). A ella, y a las cuitas y alegrías que me ha de procurar tal empresa, he decidido dedicar este blog. Y a tal fin, mi tío - abuelo George Loverboobs (que, a sus ochenta y nueve años, es un convencido consumidor de porno en internet y, además, presume de no tener faltas ortográficas) va escribiendo al dictado todo lo que le digo.

Un sincero saludo.

Andrew Loverboobs.

PD.- Me veo en la obligación de revelar a los casuales lectores (a los cuales, dicho sea de paso, compadezco, pues no sé cómo no se marean con tanta letra junta) que el nombre de Andrew Loverboobs es un seudónimo sugerido por mi tío - abuelo. Según me ha asegurado, en castellano se traduciría como Andrés Amante de los Libros. Pese a que George Loverboobs siempre se ha caracterizado por su mordacidad, no puedo negar que, en esta ocasión, su ocurrencia me ha hecho gracia.

jueves, 14 de enero de 2010

My first post


Do not be where beginning. Or yes. First of all, forgive my English. It is not my natal language. I do not even know speak it. I use a free translator, as every Spanish of my age. So it, I am Spanish. A Spanish nihilist. I have neither work, nor interests, nor interesting occupations in which to invert my time. I have not been married, do not have children and I have never proved tried the drugs. I am a current type. A man I walk of the forty, with something of belly and visible problems of hair loss. A rare bird. Lucky, my paternal family has sufficient fortune in order that neither I nor the descendants that I have proposed to have with Jessica Alba version 2.0 we could live widely. Yes, I am in love with an identical copy of the North American actress Jessica Alba. I crossed with she in Greece, in July, 1995, when he was visiting with my parents the University of Athens. In this time she was not famous, was beginning in the cinema, but I could not avoid fall in love with her beauty. An authentic strapping girl. I turned madly these vacations, trying to return to see her. But not. I found her neither in Pláka, nor in Lykabettus, nor even in the McDonald's of the Plaza Omonoia. I should have looked for her in the Greek islands, in your beaches, but anyone was daring (I believe that there are hundreds). So I did not return to see her. Until August, 2005, naturally, when I went to the premiere of Fantastic Four. It could not believe it. There, on the screen, I found her, feline, beautiful, vibrant. To fuck, I thought: she is my girl, the girl of the University. Though, obviously, she was not the same woman. But it forms a part of another history, so it will have his place in another future entry.

Especially, welcome. Welcome to the incredible history of someone who does not believe in anything and does not wait for the impossible thing.